martes, 14 de junio de 2011

CADA DIA EN UN MAÑANA

CADA DIA ES UN MAÑANA

Por: Alejo Julián Alamo Cáceres.

Esto ocurre en un puerto muy pequeño en la costa sur del Perú. Hay pocos habitantes, casi todos se dedican a la pesca en redes y en lanchas o  a cordel, una minoría se dedica a la agricultura, pequeñas parcelas de sembríos de: papas, camotes, maíces, coliflores y cebollas.

Aquí en el puerto los habitantes todos se conoces, son muy amables, solidarios y acogedores con los visitantes. En este lugar vive Don Heriberto, su esposa doña Rosa y sus 4 hijos, José, Pablo, María y Juana. Carecen de servicio de la luz eléctrica, los habitantes se alumbran con lamparines, mecheros y velas.

            Cierto día Don Heriberto amanece muy temprano, con el primer canto del gallo, se dirige al puerto, observa a lo lejos  que, aun no hay señales de llegada de lanchas, aprovecha el tiempo se dirige  a la chacra, muy acomedido él  se ofrece  su ayuda al dueño, para sacar las malas hierbas  de las papas. Nunca don Heriberto pregunta ¿cuánto es la paga?, casi siempre al terminar su tarea, su pago es con productos de la cosecha y regresa feliz a casa, porque sabe que ya tiene el almuerzo de su familia. Sus hijos estudian por la tarde, porque en las mañanas van con sus baldes al depósito de pescado, donde llegan las lanchas con peces, ellos como hormigas ayudan  a cargar agua para lavar los pescados y seleccionan para el embarque en el camión y reciben como paga un balde lleno de peces dañados, retornan a casa  muy contentos, donde doña Rosa se organiza muy alegre y prepara el almuerzo, llega don Heriberto,  todos se sientan alrededor la mesa y en coro agradecen a Dios, por tener alimento en la mesa y aún tienen para compartir una porción, con el vecino del al lado, que es un abuelito de nombre don Eusebio  que vive solo, quien sufre de artritis, para trasladarse se apoya en un bastón y sus hijos se fueron a la capital,  nunca volvieron.

            Don Heriberto por la tarde se dirige nuevamente a las chacras, alrededor hay mucha gente sentado, esperando,  reposando sobre las hierbas con sus hijos y con sus costales ahí se acerca Don Heriberto se sienta y observa al capataz de la chacra vigilando la cosecha de camote, los peones seleccionan los costales  y al final lo cosen  y otros lo cargan al camión. Repentinamente  el capataz da un  grito ¡ustedes ingresen! dirigiéndose a las personas agrupadas alrededor de la chacra, entre ellos Don Heriberto, ingresan todos contentos  a recoger  restos de camotes pequeños desechados por el dueño. Puesto que para estas personas no les interesa la calidad del camote, sino la cantidad y todos retornan a casa contentos con algunos camotes en sus costales, a  Don Heriberto que en su casa Doña Rosa espera  con la cena, es aproximadamente 6 pm. Dándole gracias a Dios todos cenan contentos en esta ocasión el vecino del alado don Eusebio, el abuelito comparte la cena  con Don Heriberto y su familia.

            En la casa de Don Heriberto todos aportan, con mucho o  poco, día tras día, ellos no conocen la frase ¡somos pobres, no hay trabajo!. Doña Rosa se dedica a costuras, cose algunas ropitas para niños y niñas en las horas libres que tiene,  tiene pedido y va a entregar  las costuras, a cambio le dan la mitad en dinero y el resto en productos comestibles, porque algunas veces Don Heriberto no tiene suerte en conseguir alimentos, porque la marea esta alta no salen las lanchas, tampoco se puede pescar y retorna a casa, en el camino se encuentra con los peones con sus lampas, le pregunta si puede ayudar a abrir canaletas  para el regadío , dicen que si, Don Heriberto  va corriendo a su casa coge su lampa y se va con ellos, efectúa el trabajo  durante 10 horas, su hija le lleva el almuerzo a la chacra.

            José y Pablo hijos de Don Heriberto aportan a la casa  cargando agua en baldes grandes para una señora que lava los pescados en el puerto, por el trabajo le pagan 5.00 soles a cada uno  y todo entregan a Doña Rosa. Don Heriberto y su familia en hora de cena, comentan todo lo sucedido en el día a cada uno de ellos, Don Heriberto respira profundamente y dice:”Que algún día, tendré mi propia lancha, con redes y toda la familia trabajaremos en la pesca”, todos en casa tenían ese sueño. Así transcurren los días y llega mes de diciembre, Doña Rosa  tiene sus gallinas en el corral y una de esta, está destinadas para la cena de la Navidad. Por ello José y sus hermanos no dejan de engordarlos.

            Un día al atardecer, al escuchar los aullidos de los perros de don Eusebio, los chicos se acercaron a  casa , al tocar su puerta  no hallaron respuesta alguna, uno de ellos va apresuradamente a llamar a don Heriberto y el acude rápidamente, empuja la puerta entran;  don Heriberto grita ¡Don Eusebio está tirado en el suelo!, ¡no reacciona!, !esta frio!, Don Heriberto  raudamente lo levanta  encima de la cama y lo abriga con las frazadas, luego de un rato don Eusebio empieza a respirar, le quieren llevar a la posta médica, pero don Eusebio no quiere que le lleven a la posta y les suplica quedarse en casa, Doña Rosa enterada del asunto le trae un mate caliente, y a don Eusebio se ve su mejoría, esa noche José se quedó acompañando a don Eusebio y los demás días la familia de don Heriberto se turnaban para acompañarlos por las noches.

Don Eusebio no son nada con la familia de don Heriberto, pero ellos demuestran su solidaridad porque lo ven solo. Por ello la familia de don Heriberto lo invitan a don Eusebio a pasar con ellos la noche buena y toda la familia junto con don Eusebio pasas una lida noche buena, antes de la cena de noche buena, todos se toman de la mano incluyendo don Eusebio dan gracias a Dios por pasar una hermosa navidad.

            Así pasan los días, las semanas y los meses, hasta que a fines de mes de Enero fallece Don Eusebio, Don Heriberto hace una colecta  en el puerto, los pescadores colaboran en dinero y algunos en comestibles, todo ello para el velatorio de don difunto Don  Eusebio, ningún familiar llegaron, solo sus dos perros estaban junto a su ataúd de su amo. Don Heriberto y su familia a pesar de sus dificultades y necesidades se encargaron los funerales de Don Eusebio.

            Meses después, Don Heriberto recibe una carta, donde le hacen una invitación,  a la comida pesquera, y a su  familia, toda la familia se hacía pregunta. ¿Para qué será?. Don Heriberto y su familia se visten con lo mejor que tenían y se dirigen al puerto, hasta los dos perros de Don Eusebio  los siguen. Al llegar Don Heriberto, recibe el saludo del presidente de la “Asociación pesquera” y de los demás pescadores que dieron un alto en sus trabajos y se hallaban reunidos allí.

            Mencionan su nombre de Don Heriberto y le entregan un sobre cerrado, para que lo abra  y lea. Ahí hace mención que se hace ganador  de una lancha por ser el vecino solidario y colaborador y además le dan el cargo de “presidente de la asociación pesquera”. A Don Heriberto se le caen las lágrimas de alegría y Doña Rosa y sus hijos lo  abrazan, todos aplauden y los perros de don Eusebio  ladran mirando al cielo. Don Heriberto agradece a su familia por su apoyo, concluye diciendo que su lancha llevará de nombre “Don Eusebio”. Fin.

Por: Alamo Cáceres, Alejo Julián